
Una breve historia
Desde hace décadas los científicos han buscado desarrollar vacunas no solo para prevenir enfermedades infecto-contagiosas, sino también para modular el sistema inmune en enfermedades crónicas, autoinmunes e incluso en cáncer.
Tradicionalmente, las vacunas se dividen en:
Preventivas o convencionales, aplicadas en personas sanas para evitar infecciones.
Terapéuticas, diseñadas para usarse en personas enfermas con el objetivo de activar sus defensas y ayudar a eliminar células malignas o agentes patológicos.
Vacunas convencionales
Las vacunas preventivas estimulan al sistema inmunológico para que produzca anticuerpos específicos frente a virus, bacterias o toxinas. Así, cuando el organismo entra en contacto con el agente infeccioso, ya tiene memoria inmunológica para neutralizarlo. Ejemplos clásicos son las vacunas contra sarampión, polio, tétanos o hepatitis.
El caso del COVID-19
La pandemia marcó un antes y un después en la historia de las vacunas. Con el SARS-CoV-2 se desarrollaron y aplicaron masivamente las primeras vacunas de mRNA, una tecnología nunca antes usada masivamente en la población, con pocos datos de seguridad y efectividad. En esta nueva version de vacunas, se manipula en genoma humano para que sea el propio cuerpo que produzca la proteina (Spike protein) y estimule el Sistema immune.
Vacunas terapéuticas y el legado del Dr. Jacinto Convit
Las vacunas terapéuticas buscan estimular al sistema inmune de un paciente enfermo para que reconozca y destruya células dañinas.
En América Latina tenemos un ejemplo invaluable: el Dr. Jacinto Convit, científico venezolano, dedicó su vida a la investigación de vacunas contra la lepra y la leishmaniasis. Fue postulado al Premio Nobel de Medicina en 1988 y más tarde sorprendió al mundo al proponer autovacunas contra cáncer de colon, mama y estómago. Su idea visionaria: enseñar al sistema inmune del propio paciente a atacar las células malignas.
Hoy, otros investigadores siguen esta línea. La Dra. Beatriz Carreño, también venezolana, lidera en la Universidad de Washington estudios en melanoma. En Alemania, la vacuna InMucin busca activar linfocitos T contra la proteína MUC1, presente en la mayoría de los cánceres.
Nuevos paradigmas: las autovacunas con ozono
En Medicina Biorreguladora hablamos de autovacunas cuando utilizamos componentes del propio paciente para modular su sistema inmune.
La autohemoterapia menor con ozono (mAH) es un ejemplo claro: se extraen 5 mL de sangre, se ozonizan y se reinyectan por vía intramuscular. Este proceso genera compuestos bioactivos (ozónidos, peróxidos, aldehídos) que actúan como segundos mensajeros, activando monocitos y linfocitos T. Así se estimula la producción de citoquinas reguladoras que pueden equilibrar la respuesta inmune.
Como terapia preventiva, la autovacuna con ozono fortalece las defensas, reduce la incidencia de infecciones y ayuda a mantener un sistema inmune resiliente.
Como terapia adyuvante, se usa en enfermedades autoinmunes (lupus, artritis reumatoide, psoriasis), alergias, asma bronquial y como apoyo en pacientes con cáncer.
Es un procedimiento sencillo, seguro y sin contraindicaciones mayores, siempre que sea realizado en un centro especializado por personal entrenado.
La Medicina Biorreguladora aporta una visión integrativa: usar las vacunas como herramientas dentro de un enfoque más amplio, donde el terreno biológico del paciente, su estilo de vida y terapias reguladoras como la autohemoterapia menor con ozono (Autovacuna) se combinan para lograr un sistema inmune fuerte, equilibrado y capaz de autorregularse.
El ejemplo de científicos como Jacinto Convit nos recuerda que la verdadera innovación en salud nace del compromiso de integrar ciencia, humanidad y esperanza.
VERSION COMPACTA
Vacunas: Prevención, Terapia y Nuevos Paradigmas
Las vacunas han sido uno de los mayores logros de la medicina. Gracias a ellas hemos controlado enfermedades que durante siglos fueron mortales, como la poliomielitis, el sarampión o la viruela. Tradicionalmente, se dividen en vacunas preventivas, aplicadas a personas sanas para protegerlas contra virus y bacterias, y vacunas terapéuticas, diseñadas para estimular al sistema inmunológico de personas ya enfermas.
Vacunas preventivas
Estas vacunas funcionan entrenando al sistema inmune para que, en caso de contacto con el agente infeccioso, el cuerpo pueda defenderse rápidamente. Son fundamentales para la salud pública y continúan evolucionando con nuevas tecnologías como las vacunas de mRNA, que se aplicaron por primera vez de forma masiva durante la pandemia de COVID-19.
Vacunas terapéuticas
El gran desafío actual es utilizar el mismo principio de las vacunas para tratar enfermedades complejas como el cáncer. El Dr. Jacinto Convit, científico venezolano, dedicó su vida al desarrollo de vacunas contra la lepra y la leishmaniasis, y fue postulado al Premio Nobel de Medicina. Más adelante, propuso la creación de autovacunas contra el cáncer, abriendo un camino innovador que hoy sigue inspirando a investigadores en todo el mundo.
Entre ellos, la Dra. Beatriz Carreño lidera en la Universidad de Washington estudios en melanoma, y en Alemania se desarrolla InMucin, una vacuna en fase clínica que busca activar al sistema inmune contra múltiples tipos de cáncer.
Autovacunas con ozono: un paradigma biorregulador
En el campo de la Medicina Biorreguladora, la autohemoterapia menor con ozono (mAH) se considera una forma de autovacuna. El procedimiento es sencillo: se extraen 5 mL de sangre del paciente, se ozonizan y se aplican de nuevo por vía intramuscular. El contacto con el ozono genera compuestos que estimulan monocitos y linfocitos, promoviendo la liberación de citoquinas que modulan el sistema inmune.
Como prevención, ayuda a fortalecer las defensas y a reducir la incidencia de infecciones.
Como terapia adyuvante, se utiliza en enfermedades autoinmunes, alergias, asma y cáncer.
Realizada en centros especializados, es un procedimiento seguro y bien tolerado.
Las vacunas han transformado la historia de la humanidad y siguen evolucionando hacia nuevas aplicaciones. Las preventivas continuaran siendo importantes hasta que se erradiquen las infecciones virales y bacteriales. Por otro lado, las vacunas terapéuticas representan la medicina del futuro y, dentro de la visión biorreguladora, las autovacunas con ozono aportan una herramienta integrativa para regular y fortalecer el sistema inmune.
El legado del Dr. Jacinto Convit nos recuerda que la ciencia y la medicina deben avanzar siempre con un mismo propósito: mejorar la vida y la dignidad del ser humano.
CAPSULA
Las vacunas.
Durante décadas han sido una herramienta fundamental para la salud pública, logrando controlar enfermedades como la viruela, el sarampión y la polio.
En la pandemia vimos un cambio histórico con las vacunas de mRNA contra el COVID-19, que algunos cientificos la consideran una terapia genetica mas que una vacuna.
Pero la investigación no se detiene ahí. Existen también las vacunas terapéuticas, que no se aplican en personas sanas, sino en pacientes con enfermedades graves como el cáncer. Y aquí quiero destacar a un venezolano ejemplar: el Dr. Jacinto Convit, nominado dos veces al Premio Nobel de Medicina, quien dedicó su vida a crear vacunas contra la lepra y la leishmaniasis, y más adelante propuso autovacunas contra el cáncer. Su legado inspira hoy a científicos en todo el mundo.
Desde la Medicina Biorreguladora también hablamos de nuevos paradigmas: la autovacuna con ozono, conocida como autohemoterapia menor. Este procedimiento sencillo activa y regula el sistema inmune usando la propia sangre del paciente, ozonizada y reinyectada. Puede aplicarse como apoyo en enfermedades infecciosas, autoinmunes, alergias o cáncer, y también como prevención en personas sanas para fortalecer sus defensas.
En resumen: las vacunas siguen evolucionando, y desde la visión integrativa, el futuro está en combinar ciencia, innovación y terapias reguladoras para lograr una salud más fuerte y equilibrada.
